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La calma mental no llega sola

En los últimos años se ha puesto de moda una idea: que meditar es simplemente sentarse y no hacer nada. Que basta con dejar la mente en paz, sin técnica, sin objeto, sin dirección. A eso muchos le llaman “meditar en blanco”.


Pero desde mi experiencia como practicante budista —y desde el sufrimiento, las adicciones y el deseo sincero de transformar mi vida— digo con claridad: eso no basta.

La calma mental no llega sola.



El budismo no enseña a desconectar, sino a despertar


Como estudiante y practicante del camino gradual (Lamrim), he aprendido que la mente no se calma sola. Hace falta entrenarla con precisión. Comprender el sufrimiento, la impermanencia, y dirigir la atención hacia lo que realmente nos despierta.

Sentarse sin dirección muchas veces sólo refuerza los patrones habituales.

Y eso no es meditación: es dispersión disfrazada.


La práctica auténtica es transformadora


Al inicio del camino, el propio Buda enseñó shiné (śamatha): la calma mental sobre un objeto. No como fin en sí mismo, sino como base para el lhaktong (vipassanā): la comprensión profunda.


Y esa comprensión solo surge cuando observamos la realidad con claridad, no cuando la mente vaga sin rumbo.


Meditaren blancopuede alimentar el autoengaño


Yo mismo he caído en eso: pensar que meditaba, cuando en realidad solo estaba atrapado en pensamientos con los ojos cerrados. Huyendo sutilmente.

Y si vienes del mundo de las adicciones, eso es muy peligroso: cualquier forma de desconexión puede ser una recaída disfrazada.



Volver a lo esencial: atención y compasión


Por eso siempre vuelvo a:


La respiración como ancla.


La observación del cuerpo como puerta a la presencia.


Las enseñanzas del Lamrim como guía.


La compasión como motor.



Solo así se desarrolla la auténtica calma mental, que no es ausencia de pensamientos, sino presencia lúcida y despierta.



En palabras del Buda:


“Igual que un carpintero pule un palo hasta que queda liso, el meditador trabaja su mente una y otra vez, hasta que se vuelve clara, firme y brillante como un espejo limpio.”



Así que


Meditar no es desconectarse. Es conectarse con lo que hay.

Y eso sí transforma.

Y eso sí es el camino del Dharma.

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